Historia de la moneda en Colombia
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Segunda edición
Date published
2023-11
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ISBN
978-958-664-451-8
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spa
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Las opiniones contenidas en el presente documento son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen al Banco de la República ni a su Junta Directiva.
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Abstract
Description
El estudio de la moneda, que comprende el de su origen, caracteres y funciones, así como el de los fenómenos que ella ocasiona (tema reconocido como el más vasto y complejo de la economía política), nos obliga a remontarnos a los tiempos primitivos para fijar el principio de la lenta evolución de todos los grandes hechos relacionados con la riqueza. Preciso es, pues, concebir aquella época remotísima llamada edad preeconómica, en la cual apareció la producción entre los primeros vagidos de la humanidad.
El hombre, agitándose entonces en un aislamiento casi absoluto, se vio empujado a la conquista de la riqueza por las necesidades tiránicas de su estructura animal. Sin elementos para ayudarse en sus faenas, se redujeron estas a extraer, por medio de procedimientos rudimentarios, los frutos apropiados a la satisfacción de las más imperiosas de aquellas necesidades. Sintió hambre, y tuvo que ocuparse en la caza y en la pesca; sufrió los rigores del frío, y hubo de cubrirse con las pieles de los animales; se vio rendido por el sueño y la fatiga y acosado por las inclemencias de la naturaleza y halló en las hojas y en las recias cortezas de los árboles techo para cubrir su habitación. Utilizó la piedra valiéndose de la misma piedra y el bosque le suministró materia propia para la fabricación de sus primeras herramientas: así creó el primer capital y constituyó con su trabajo cotidiano la primera industria.
La economía de aquellos tiempos solo dio origen, pues, a la producción y al consumo, ya que la riqueza una vez producida era consumida inmediatamente. De esta suerte aparecieron esos dos fenómenos, que han sido y serán siempre los extremos de la compleja cadena de la economía social, y que no desaparecerán del mundo sino cuando los pueblos mismos también hayan desaparecido.
Nacieron los seres humanos con distinta capacidad intelectual, moral y física, y así, provistos de elementos de desigual poder, quedaron colocados sobre la tierra. Forzados los hombres a producir, necesariamente debía llegarse a la desigualdad de resultados y a la diversidad de productos.
Habiendo traído consigo el crecimiento de las familias un aumento de las necesidades, tornase más exigente la vida, antes sencilla y rústica, y preciso fue que el primitivo trabajo de todos sus miembros quedase solamente como labor de algunos, y que los demás se ocupasen, dentro del orden de sus capacidades, en la producción de otros muchos objetos. Esto originó la división del trabajo, ley inflexible y base de nuestra actual organización económica.
Obtenida la riqueza en cantidad superior a las necesidades individuales y domésticas del productor, se halló este con una suma de productos que le sobraba, al mismo tiempo que carecía de otras cosas que no estaba en sus manos producir. Los hombres viéronse entonces instintivamente encaminados al cambio, esto es, a dar el sobrante de los productos de su industria por el sobrante de la de los demás, para que de esta suerte todos pudieran adquirir aquello que necesitaban. El cambio, en consecuencia, implantó la circulación de la riqueza, y con él apareció también la distribución, desde luego que cada cual quedaba dueño de lo que había recibido por medio de él. El cambio surgió igualmente como un elemento regulador de las fuerzas sociales, como el mantenedor del equilibrio de la naciente sociedad y como el justiciero distribuidor de las riquezas, ya que colocó a los hombres en un mismo pie de igualdad para la satisfacción de sus necesidades.
Lo anterior es, a grandes rasgos, el cuadro de la economía primitiva. La sociedad, regida en el campo de la riqueza por estos cuatro grandes fenómenos (producción, circulación, distribución y consumo), fue lentamente desarrollándose y mejorando, hasta que el genio del hombre la colocó en la altura de la civilización que hoy contemplamos. Inmensas fábricas, provistas de gigantescas maquinarias, desempeñan el oficio que en los remotos tiempos llevaron a cabo la mano encallecida y la tallada piedra; del incómodo trueque de los productos se ha llegado a los científicos sistemas monetarios y a las maravillas del crédito, y el ahorro y la capitalización han sustituido en el campo del consumo a la brusca desaparición de la riqueza.
Volvamos a la incipiente circulación, para fijar el momento en que apareció la moneda […]
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